Una de las necesidades que posee la ideología neoliberal
para llevar adelante su proyecto de globalización es
transformar la concepción del tiempo que habla de un
pasado, presente y futuro en un presente instantáneo.
El pasado por la tradición y el futuro por los proyectos,
son capaces de generar conductas y hábitos que chocan
ideológicamente con la «filosofía social»
de ese neoliberalismo, a la cual conocemos como «consumismo».
Respecto del pasado, dos son los caminos que lleva adelante
esta obra de verdadera aculturalización: una es asentar
como verdad indiscutida que todo lo que signifique alusión
al pasado debe ser eliminado, porque lo importante es lo que
estamos haciendo a partir de ahora. Viejo concepto que trae
la Ilustración que niega lo anterior por considerarlo
un pre-juicio.
Claro, pero la vida no es como aquellos viejos cines de barrio
que con el «continuado» permitían que la
película empezara cuando uno llegaba. Entonces el neoliberalismo
intenta el segundo camino, encargándose de mostrar una
imagen falsa o cuando menos mañosa del pasado para dejar
en un mismo lodo, todo manoseao.
Para hacer eso es necesario contar con «historiadores»
ad hoc con cierta especialidad mediática o divulgadores
de falsedades, discípulos de Silvano Santander.
Vamos a enviar a "El Escarmiento", una serie de notas
donde hablaremos de las piñas que le han dado a la historia
para ir "formando" una joven generación ignorante
de la verdad, por supuesto que los neoliberales no conocen la
sentencia de von Salomon: "...la verdad siempre toma
venganza".
Perón era nazi
Un miserable mentiroso llamado Silvano Santander escribió
un panfleto denominado Técnica de una traición:
Juan D. Perón y Eva Duarte agentes del nazismo en la
Argentina (Buenos Aires, Antygua, 1955) cuyo prólogo
para la edición argentina (la original se hace en Uruguay)
la firma a bordo del acorazado 9 de julio que ha participado
del golpe de estado de 1955 (pura basura). A esta patraña
escrita por un antiguo colaborador de Spuille Braden (a quien
lo presentó Vittorio Codovila) o sea, un «garca
paladar negro», lo destruyó en primer lugar, junto
a sus documentos trucados la Comisión Investigadora de
Actividades Antinacionales del Uruguay por no presentar, precisamente,
documento alguno; luego el Tribunal Superior de Honor del Ejército
Argentino con su fallo de 1956, finalmente Enrique Díaz
Araujo reúne todos los datos de la mentira (La conspiración
del '43, Buenos Aires, La Bastilla, 1971).
Pero dejó cría. Así surge Uki Goñi
& asociados (Engañi), quien sostiene que el gobierno
de Perón facilitó de varias maneras, pero sobre
todo enviando agentes a Europa, el traslado a la Argentina de
nazis. El principal encargado habría sido un ex capitán
de la SS (Sturmbannführer) Carlos Fuldner, argentino de
nacimiento cuya familia había vuelto a Alemania en la
década del treinta. Este, después de la guerra,
escapa a Madrid y habría organizado la primera red de
escape a la Argentina. Una verdadera novela,
pues en primer lugar, los nazis declarados que venían
a la Argentina -porque muchos otros fueron a los Estados Unidos-
lo hacían con pasaportes de la Cruz Roja otorgados en
Italia y muy pocos provienen de España.
Sigamos con Engañi, según el cual, Perón,
tenía una simpatía natural (¿?) por el
nazismo, el fascismo y los oficiales del Ejército alemán,
a su vez, señala el hecho que éste dijo que consideraba
que los juicios de Nüremberg eran una infamia. También
Engañi hace ver que Perón quería traer
a Argentina a científicos y técnicos alemanes,
y con ellos una gran cantidad de criminales de guerra como Adolf
Eichmann y Josef Mengele, que también entraron al país
disfrazados de técnicos. Hasta aquí las acusaciones.
Pero como dijo un león herbívoro: la única
verdad es la realidad, y así encontramos a quien de niño
entró al país en aquella época, su nombre
es Rubén Ezra Beraja -ex-presidente de la Delegación
de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA)- afirma que debemos
reconocer que el general Juan Domingo Perón en todo momento
mantuvo una muy buena relación con la comunidad judía
y no se lo puede acusar de anti-semita [...] Argentina fue la
segunda Nación latinoamericana -la primera fue Uruguay-
que reconoció el estado de Israel (El Cronista, 9.12.1992
p.12-13).
En 1946, por primera vez en la historia argentina se conceden
días libres a los soldados conscriptos de confesión
judía para que puedan celebrar sus fiestas religiosas.
Al año siguiente, se instituye la primera Feria del Libro
Judío. Durante mucho tiempo hubo colonos israelíes
en algún kibutz de Israel que no pasaba frío gracias
a las frazadas con el sello de la Fundación Eva Perón,
enviadas en 1948, cuando Argentina reconoció la soberanía
del Estado israelí. Tanto es así, que en 1951,
Golda Meir visita
Buenos Aires para agradecerle a Eva Perón la labor realizada
en favor de su país.
Personas de confesión religiosa judía ocuparon
lugares de importancia tanto en el Gobierno como el Movimiento
Peronista, tal el caso de Miguel Angel Borlenghi, ministro del
Interior; Abraham Karislavin sub-secretario del Ministerio del
Interior; León Rabovitch es nombrado juez; Pablo Mangel
será el primer embajador argentino en Israel; el rabino
Amran Blum es designado
catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras
(UBA), y asesor presidencial en temas religiosos; la Constitución
de 1949, incluyó una condena a la discriminación
racial y religiosa. En ese mismo año, Eva Perón
pronunció un discurso en el que afirmaba que quienes
propiciaban el antisemitismo en la Argentina eran los nefastos
representantes de la oligarquía. El jefe de prensa del
gobierno peronista, Raúl Apold, era de confesión
judía; en el diario "La Prensa" del período
cegetista (1952-1955) colaboran intelectuales de origen judío
como César Tiempo, Eduardo Koremblit, León Benarós
y Julia Prilutzky Farny que carecían de militancia política.
Y algo aún más anecdótico: el relator deportivo
Luis Elías Sojit, amigo personal de Perón y Evita,
que populariza la frase: "hoy es un día peronista",
también era judío. El politólogo israelí
Ranaan Rein sostiene que Perón era demasiado perspicaz
para caer en el antisemitismo. (La Nación 22.02.2006).
La aseveración sobre los juicios de Nüremberg provienen
de un texto que no firmara Perón, sino los periodistas
Luca de Tena, Esteban Peicovich y Luis Calvo, quienes han escuchado
unas grabaciones realizadas por Perón y las editan bajo
el nombre Yo, Juan Domingo Perón. Relato autobiográfico
(Barcelona. Planeta. 1981). De cualquier manera, las voces críticas
sobre esos juicios tienen diversas voces: uno de los autores
más cáustico con estos juicios es el inglés
F. J. P. Veale, quien llegó a afirmar que en 1945 los
pueblos de Europa que se encontraban en el bando de los vencedores
volvieron de pronto a sus costumbres de piedra. A esas críticas
se suman los nombres de Hannah Arendt, Bert Röling, Hedley
Bull y Hans Kelsen, y a ninguno de ellos se los puede tratar
de filonazismo.
Arendt, que era judío-alemana, dice que considera extremadamente
débiles las motivaciones adoptadas por los países
vencedores para justificar los poderes jurisdiccionales que
le atribuyeron al Tribunal de Nüremberg; el holandés
Röling -que fue miembro del Tribunal de Tokio, versión
asiática de Nüremberg- sostuvo con firmeza que la
finalidad de ambos procesos no fue la de hacer justicia, sino
que éstos habían sido utilizados intencionalmente
por los vencedores con fines propagandísticos y para
ocultar sus propios crímenes. Para el inglés Bull,
esos juicios cumplían la arcaica función sacrificial;
para el austriaco Kelsen el proceso y la sentencia no podían
tener el valor de un antecedente judicial por expresar solo
la voluntad del vencedor. A ello se suma el italiano Danilo
Zolo quien sostiene que aun a un dictador lo debe juzgar su
propio pueblo. Con esto demostramos que desde el punto de vista
académico y jurídico, la crítica al juicio
de Nüremberg -como al de Tokio- no es factible de relacionarla
causalmente con una posición, como dijo Jauretche irónicamente,
nazi-facho-nipo-falangista (Cf.: Zolo, Danilo, "La justicia
de los vencedores", Buenos Aires, 2007, Edhasa).
Respecto de los científicos que llegaran a Argentina
-como a los Estados Unidos, donde nació Engañi-
efectivamente desarrollaron la industria aeronáutica
construyendo el Pulqui I y II, aviones a reacción de
construcción y tecnología nacional dirigidos por
el ingeniero alemán Kurt Tank, al igual que locomotoras
que se producían en Córdoba. A ello se le suma
la planta experimental de generación de energía
atómica montada en la isla Huemul, bajo la dirección
de Ronald Richter que culminará con la inauguración
del primer reactor totalmente nacional en 1955. (Mariscotti,
Mario, "El secreto atómico de Huemul", Buenos
Aires, 2004, Ed. Sigma).
La presencia de Mengele en Argentina es algo a demostrar. De
cualquier manera, sostener cierta afinidad del peronismo o de
la persona de Perón con el nazi-fascismo ha sido negada
por especialistas (citando solo textos en castellano) como De
Felice, Renzo "Entrevista sobre el Fascismo" (con
Michael A. Ledeen), Buenos Aires,1979, Ed. Sudamericana; Rein,
Raanan, "Peronismo, populismo y política".
Buenos Aires, 1998, Editorial de Belgrano; Newton, Ronald C.,
"El cuarto lado del triángulo", Buenos Aires,
1995, Ed.Sudamericana. Respecto de la apreciación de
Perón acerca los judíos remitimos a
"El pensamiento de Perón sobre el pueblo judío",
Buenos Aires, 1954, DAIA (ver el texto completo en la página
web del Proyecto Gutenberg Ambas Américas: www.ambasamericas.net);
Carta a María de la Cruz del 20 de abril de 1956 (Cartas
del Exilio, p.109); Carta a Noé Davidovich del 21 de
febrero de 1972 (Correspondencia I p.250-251).
Finalmente, el propio Perón sostiene en carta a la chilena
María de la Cruz: "...no hay que olvidar que
las fronteras pueden ser para los países pero que jamás
los países deben ser para las fronteras [...] entre las
creaciones del capitalismo internacional ha inventado, las fronteras
son un elemento destinado a tener separados a los pueblos para
explotarlos mejor [...] El verdadero patriotismo es el amor
a los hermanos, a la comunidad [.] merced a su sentido de solidaridad
y justicia. Ese amor a la comunidad no es excluyente ni es negativo
[...] El sentido geográfico del patriotismo es un sentido
humanísticamente negativo, porque separa con el odio
a las comunidades más afines [...] Los judíos,
sin una Patria geográfica, en lucha a través de
cuatro mil años, han mantenido el sentido universal de
su comunidad solidaria y así han podido resistir, no
solo a la acción destructora del tiempo, sino también
a sus numerosos enemigos que pretendieron destruirlos y aniquilarlos.
Es un ejemplo de lo que pueden las verdaderas formas sobre las
fuerzas y formas ficticias de la organización..."
(Cartas del Exilio. Buenos Aires. Legasa. 1991 p.108-109).
Como vemos, aunque lo quieran ligar a alemanes, son cuentos
chinos.
Perón y la represión a los indios
Hace algunos días, en el canal Encuentro (canal 5 de
Cablevisión y Multicanal; 15 de Telecentro), emisora
del Ministerio de Educación cuyos contenidos están
orientados a un público joven, se difundió un
programa donde se planteaba la represión que en 1946
se había llevado adelante contra los indios, durante
el gobierno de Perón.
Los hechos que se relatan se inician
el 15 de mayo de 1946, veinte días antes de la asunción
presidencial de Perón, un grupo de aborígenes
salieron de los departamentos jujeños de Cochinoca
y Tumbayas, y de las cercanías de Orán en Salta.
En los días siguientes se pusieron en marcha las columnas
provenientes de otras haciendas lindantes con Orán,
de Iruya y de Varas de Palca de Esparzo, sumando 174 integrantes
del que se denominará Malón de la Paz. La idea
era arribar a Buenos Aires en simultáneo con la asunción
de Perón o al menos para participar del desfile del
9 de julio.
Las principales radios transmiten en
cadena. Han pasado casi tres meses y han atravesado dos mil
kilómetros a pie. Es un momento de euforia pues ya
están en Buenos Aires.
Es un día de sol, claro y peronista,
y en la plaza, la gente viva a los indios y al general Perón,
quien ha aparecido en el balcón y los saluda. Tras
un improvisado desfile al ritmo de erkes, charangos, sikus
y quenas, un mensajero surge desde la Casa Rosada pidiendo
la presencia de la representación indígena.
Una pequeña comitiva entra. Los funcionarios seleccionan
a dos mujeres y a un hombre collas y los llevan al balcón.
Es un momento único, el Malón tocaba el cielo
con las manos. La primera vez que la principal autoridad política
recibe y se abraza en público con indios.
El contingente que bajó del
norte es hospedado en el Hotel de Inmigrantes, donde son atendidos
correctamente y donde se les asigna un pabellón. Llevan
veintitrés días en Buenos Aires. De pronto,
el gobierno comienza a cercenar el ingreso de intermediarios
al Hotel de Inmigrantes. El miércoles 28 de agosto,
funcionarios del gobierno les comunican que deben alistar
sus pertrechos porque serán trasladados a otro lugar.
En principio, se niegan, pero finalmente aceptan. Son trasladados
a la estación Retiro y cuando llegan descubren que
hay un tren con sus caballos, carros y mulas alistados para
partir y devolverlos a la Puna. Hay forcejeos, empujones y
golpes. Para evitar un tumulto en la estación, los
mandan de vuelta al Hotel. Los aborígenes hacen gestiones
frenéticas para contactar al mismísimo Perón
y no son atendidos. En la madrugada, tropas de asalto al mando
del general Velazco ocupan el Hotel de Inmigrantes, irrumpen
en los dormitorios y comienzan a sacarlos a la rastra, golpeados
y empujados escaleras abajo. Afuera, en una vía secundaria
del puerto estaban los dos vagones, lejos de los andenes de
Retiro, para evitar el escándalo y para mandarlos de
vuelta, sin escalas, a la Puna. Hasta aquí lo que se
relata, aunque de lo único que hay testimonios e imágenes
es de la primera parte, de la recepción.
Lo primero que llama la atención, es que un hombre que
se jactaba de tener sangre de indios, que escribiera la
Toponimia Patagónica de etimología araucana (ver
el texto completo en la página web del Proyecto Gutenberg
Ambas Américas: www.ambasamericas.net) y que fuera el
artífice de que los indios obtuvieran su libreta de enrolamiento,
o sea, que no solo tuvieran existencia legal sino que se incorporaran
a la ciudadanía, pudiera ordenar su represión
arbitraria.
Lo que no nos cuenta Encuentro es el final de la verdadera
historia. Ahí va el relato que nos trae Adriana Kindgard
-una investigadora del CONICET y la Universidad Nacional de
Jujuy- que publica en un libro colectivo: La invención
del peronismo en el interior del país, cuyos editores
son Darío Macor y César Tcach (nada que ver con
peronistas fanáticos) en Rosario, Universidad Nacional
del Litoral, 2003.
En Jujuy el peronismo se nutre en su conformación de
diversas corrientes -como en todas partes- pero del tronco yrigoyenista
proviene Miguel A. Tanco, el cual es electo el 24 de febrero
de 1946 senador nacional por su provincia, con los votos mayoritarios
de los departamentos de la Quebrada, la Puna y San Salvador
de Jujuy, digámoslo sin ambages era el pobrerío
que lo sostenía. Sensible a la necesidad de Justicia
Social que contemplaba en su gente y a la proclamada por Perón,
presentará el 7 de agosto de 1947 en el Senado un proyecto
de ley de Expropiación de terrenos de la provincia de
Jujuy que pertenecieron a los aborígenes (Diario de Sesiones,
tomo I, 7.8.1947), aprobada la ley y adelantándose al
decreto regulatorio que se promulgara en 1949, el gobierno de
la provincia ya había dispuesto destinar una partida
de 500.000 pesos para iniciar los trámites de expropiación
(exp. 4005/48).
Esta historia termina con la expropiación de 2.000.000
(dos millones) de hectáreas que son devueltas a los collas
de Jujuy, pero como lo hicieron peronistas como Tanco, para
los «progre» no tiene validez. Importa más
falsear la historia. Para nosotros, que contamos «la otra
historia», compañeros como Miguel A. Tanco son
los ejemplos que podemos transmitir a nuestros jóvenes
para mostrarles que si una vez se pudo fue con el trabajo y
esfuerzo sostenido. no por soñar con utopías,
para que sepan que la Argentina que ellos quieran podrá
ser realidad efectiva con una voluntad férrea y un objetivo
claro.
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