En nuestra tapa y contratapa nos ocupamos del tema del indio,
del largo recorrido en sentido inverso -desde la dignificación
a la degradación- que ha tenido en los últimos
cincuenta años. El 2do. Plan Quinquenal del Peronismo
lo incluye dentro de la “unidad del pueblo argentino”
y del logro de “un alto nivel de vida material y espiritual
para el capital humano que compone la comunidad”. De ahí
en más, los sucesivos gobiernos, a partir de 1955, enarbolaron
la retórica excluyente del “12 de octubre”
y a través del Fondo Nacional de la Artes realizaron
“viajes de estudio” a las distintas “comunidades”
indígenas para comprar “artesanías”
y sacarse fotos. En paralelo, el acompañamiento Universitario
no fue mejor: a su manía clasificatoria, que le servía
a cualquiera menos a su OBJETO de estudio, le siguió
la murga indigenista y su falsa identificación empática
con el “problema del indio”. En el fondo, el racismo
fue su sustento. La apelación a “salvar su cultura”
–hoy en forma de relativismo cultural- guarda similitud
con la de los practicantes de “cultos” new age,
para quienes no resultan insólitos los ritos de la pachamama
en la terraza de un edificio céntrico. Mientras, el indio
se muere de hambre.
Hubo quienes, a los tropezones, se ocuparon con cierta honestidad
del drama indígena, iniciando su “camino al desierto”
como Rodolfo Kusch, del que no volvieron, por cuanto es imposible
la “salvación por la cultura”. La salida
de la marginalidad, la explotación y el sometimiento
y su integración plena tiene que ser el resultado de
una urgente y dura intervención estatal impensable en
este momento y con este Gobierno. Dicho de otra manera, un grupo
de argentinos, por su condición de indios, seguirá
muriendo, mientras el INADI se ocupa de promocionar “casamientos”
de maricas.
Sin duda, la percepción de los años 50 ha envejecido
y requiere una actualización doctrinaria y política.
Empecemos por reconocer su existencia, sus realizaciones y sus
faltantes, prescindiendo de la hipocresía progresista,
del indigenismo barato (para consumo inclusive de algún
indio avivado y explotador de su gente) y de la barbarie de
más de un universitario que labra su “cursus honorum”
exponiendo “científicamente” el hambre de
sus compatriotas.
A efectos de ayudar a clarificar sobre este tema, que sin duda
constituye parte de la problemática nacional, por diversas
y profundas razones, El Escarmiento hace su pequeño aporte
reproduciendo en su sección dedicada a los memoriables,
"La protección
del aborigen en el 2° Plan Quinquenal" de
Carlos Ernesto Abregú Virreira, publicado en 1953 por
la Subsecretaría de Informaciones de Presidencia de la
Nación Argentina.
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